En el solsticio de verano las temperaturas demuestran que Helios se acerca a nuestra tierra mediterránea y a la vez que entrecerramos persianas empezamos a abrir las puertas al mar. Aligeramos peso en nuestras vestimentas para danzar entre las sugestivas brisas que provienen del horizonte y nos juntamos para brindar alegría en los atardeceres tranquilos que, en ocasiones, se convertirán en atmósfera nocturna llena de colores y experiencias para compartir con nuestras amistades y disfrutar de veladas familiares.
El verano se presenta en el mes de junio para acompañarnos, como en la antigua Grecia saludamos al Sol que nos hipnotiza con su juego de brillos y policromías sobre los paisajes marinos que perduran hasta su ocaso diario. Hay que reconocer que el bochorno nos obliga a ser creativos y a la hidratación continua, eso es un motivo suficiente para complacer nuestros sentidos con unos vasos o copas de vidrio soplado a los que añadimos hielo de nuestra cubitera antes de servir y, por supuesto, decoramos con fruta para equilibrar sabores y aromatizar nuestra bebida favorita.